Allí arriba lo teníamos todo, había un ambiente solitario, aun viendo a la gente a tu alrededor, podías simplemente sentarte allí a pensar. Lo intenté, juro que lo hice. No es mi culpa si no lo conseguí, de hecho, es totalmente tuya.
Intenté concentrarme en el mar, el olor salino que llegaba
hasta allí arrastrado por el viento de poniente, me centré en el sonido de la
marea al chocar con los pequeños barcos de vela e incluso intenté imaginar la
cantidad de animales que estarían en esos momentos observando nuestro momento
de intimidad desde las profundas aguas. Pero el tenerte a mi lado, rozando con
tus piernas las mías, me incapacitaba de las funciones más simples en mi
organismo, tan simples como respirar, ¿De verdad pretendías que me concentrara
en algo que no fueras tu? ¿Tu toque? ¿Tu respiración? ¿El modo en que tu pecho
subía y bajaba cada vez que llenabas tus pulmones? Sí, percibí todo eso.
En ese instante podría haber saltado y hubiera volado, juro
que hubiéramos volado juntos, desde el infinito hasta el más allá, sobrevolando
la ciudad, observando la vida de el resto del mundo, imaginándonos sus historias, y como serian
las nuestras en unos años, sin saber que no habría un nosotros en el futuro. Pero
es que, tus encantos eran demasiado grandes como para dejarme ver algo más a
parte de lo que tú querías que viera.
No estábamos solos, pero he de admitir, que tú eras el único
que me importaba, así como el único que hubiera sido capaz de hacerme sentir
como tú lo hiciste esa noche. Y sabes,
ni siquiera hubiera necesitado un único toque tuyo sobre mi piel templada para
hacer ese momento nuestro. Las vistas, las vistas eran lo mejor, tus ojos eran
el cielo, tan oscuros como aquella noche, sin nubes, no había perturbación en tu
mirada esta vez. Tu pelo, ese objeto de tortura para mi persona, nunca creo que
encuentre un placer mayor que la seda de pasar los dedos a través de él.
La sensación de tener la ciudad y la playa bajo mis pies era
invalorable, pero lo mejor de aquellas noches no era esa sensación de estar sobre
todo, sino poder compartirla contigo.
No me puedes culpar de que esa noche me enamorara, tú y yo
sabíamos que no éramos compatibles, de verdad que traté de no pensar en ti. Por
eso te digo que no tienes el derecho de hacerme sentir así. ¿Acaso tú
intentaste evitar lo que sabías que nunca funcionaría? ¿O simplemente te dio
igual saber que en un futuro tendrías que echar todo por la borda, y
destrozarme por dentro? Quizá no fue solo tu culpa, y yo también era demasiado
joven e inexperta como para darme cuenta, a lo mejor tú esperabas que fuera yo
la que te parara, pero eso no pasaría esta vez.
Tú eras mi sol, y ahora ya nada me calienta. Sinceramente,
solo espero haber dejado una huella en ti, para que al menos tengas más corazón,
y que yo sea la última a la que le hagas esto.
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